Los crímenes de Chopin es un libro para dejarse llevar por la historia y no pensar demasiado en los defectos de su escritura. Apunto algunos. Primero, la dudosa verosimilitud de algunas situaciones (La policía sevillana no tiene fichado a un joven polaco, exitoso especialista en robos a domicilio; el ataque a navaja produce unas heridas poco profundas; un periodista, ya maduro, se suicida debido al fracaso en el intento de ligarse a una chica de la que está enamorado...). En segundo lugar, la simpleza de la escritura y la superficialidad en la caracterización de los personajes, muchos de ellos casi al límite de los personajes-pañuelo de usar y tirar. Finalmente, la aplicación de clichés en las subtramas de amor y en la propia ambientación, poco más allá de un recorrido turístico por la Sevilla del centro.

     Sin embargo, el libro gusta por su escritura ágil y con giros continuos e inesperados que impiden anticipar el desarrollo de la trama, como suele ocurrir en novelas de corte parecido. El final, no obstante, sorprende aún más y deja en suspenso las consecuencias de lo que sucede en los últimos compases; quizás la conexión necesaria para una segunda parte.